viernes, 11 de enero de 2013

San Jacinto: una fiesta del pensamiento



“(…) los encantos de una tierra santa y un cielo divino,
donde bailan gaita y se toca la cumbia, eso lo sentimos”
Hernán “El corroncho” Villa
La cuna de Landero

En Colombia, siempre tenemos un motivo para celebrar, comer, beber y bailar, no importa cuál sea la época del año, siempre tenemos un reinado, feria, festival o carnaval en cualquier lugar de nuestra geografía. Los motivos de estos encuentros festivos son múltiples: la chicha, el mango, el arroz, la ciruela, el diablo, un santo patrono, etc. Pero en San Jacinto, en las montañas de María, en el primer puente festivo del año, el encuentro es con nuestras raíces, con el ser Caribe que habita en cada uno de nosotros. Allí la fiesta es del pensamiento, una tradicional cumbre del arte, la cultura y el conocimiento, la cual se realiza desde el 2007.

Este año, la séptima versión de la fiesta del pensamiento rindió homenaje al científico sanjacintero Regino Martínez-Chavanz, graduado como Doctor en Física de la Universidad de la Sorbona de París, con una tesis doctoral en el área de la relatividad general, y vinculado durante muchos años a la Universidad de Antioquia como Docente e investigador, radicado actualmente en la capital francesa, en donde se desempeña como investigador de la Universidad de París-VII. Sus aportes e investigaciones han tratado de llenar el vacío que tenemos en lo relacionado con la epistemología de la física en Colombia. Sus últimos años los dedica al interesante trabajo científico del también científico colombiano Julio Garavito

La programación contó con destacadas conferencias y conferencistas, entre las cuales vale mencionar la de Tomás Rada Crespo, docente de la Universidad del Norte, quien disertó acerca de “La investigación de la física en Colombia”, seguido por el filósofo Eduardo Bermúdez, docente de la Universidad del Atlántico, leyó su ponencia “Epistemología en Colombia en la perspectiva de  Regino Martínez” y por el sociólogo Jairo Solano con la charla “La epistemología de la física vista con ojos caribeños”, para finalizar la jornada académica matinal el joven estudiante de física de la Universidad nacional de Colombia Leonardo Vásquez Martínez. Se lució con la presentación de su ensayo “Elementos pedagógicos de la física en la obra Regino Martínez”. El cierre de la primera jornada estuvo a cargo del maestro Adolfo Pacheco Anillo, quien por solicitud el Doctor Martínez Chavanz interpretó tres de sus más recordadas composiciones: La Hamaca Grande, El Mochuelo y Lirio blanco.

Luego de un degustar un mote de queso, manjar de la gastronomía montemariana, emprendimos la jornada vespertina cuya apertura estuvo a cargo del cantautor Hernán Villa Ortega, popularmente conocido como “El Corroncho”, a quien se les hizo un reconocimiento por sus obras musicales, una de las cuales está incluida en el álbum ganador del reciente Grammy Latino en la modalidad Cumbia vallenato, Juan Piña. Desde Francia llegó el periodista y escritor Julio Olaciregui, quien presentó un recuento de su hermandad con el maestro Regino, la cual tituló “París: Amistad, ciencia y Mito”, seguido por el filósofo Numas Armando Gil, docente de la Universidad del Atlántico con el ensayo “Del Instituto Rodríguez a la Sorbona”.

Al caer la noche del sábado 5 de enero, en las instalaciones del Teatro Santa Isabel, la poesía se dio cita. Federico Santo Domingo de  Barranquilla,  Argemiro Menco Mendoza y Rene Arrieta de Cartagena, José Luis González, Antonio Dumett y Julio Sierra Domínguez de Sincelejo,  Alexandra  Adres de Tolú y el Maestro José Ramón Mercado de Ovejas.

Estando en la tierra de la hamaca grande, no podía faltar el espacio para los grupos musicales de gaitas y acordeones, de compositores y cantantes que tanta gloria le han dado a San Jacinto en escenarios nacionales e internacionales, se entregaron reconocimientos a importantes cultores del folclor Caribe, entre ellos, el acordeonero Rodrigo Rodríguez, ganador del reciente premio Grammy Latino en la modalidad Cumbia vallenato, en compañía de Juan Piña, al maestro Juan “Chuchita” Fernández, voz líder de los gaiteros de San Jacinto y premio Nacional de Cultura 2012, de igual manera de distinguió al maestro Antonio García  integrante de los auténticos Gaiteros de San Jacinto

El cierre de la séptima versión de la fiesta del pensamiento, espacio de diálogo y reflexión acerca del acontecer artístico y cultural de los pueblos de los Montes de María, preparada cuidadosamente por los miembros del Club Socio Cultural y Deportivo Los Maestros, con el liderazgo de Numas Armando Gil Olivera, Alfonso Hamburger y Tomás Vásquez, estuvo a cargo de los docentes e investigadores de la Universidad del Atlántico: Milton Zambrano Pérez, German Rodríguez Holguín, Adriana Carrasquilla y quien escribe estas líneas, quienes reflexionamos  acerca de la geografía y la cultura del caribe colombiano. El cierre a cargo de Samuel Reyes, con sus “Apuntes sobre el “corronchismo” y Wilfredo Rosales, “La biblia del vallenato”.

Definitivamente, estos dos días de oferta cultural gratuita, en donde se pudo disfrutar de expresiones artísticas para todos los públicos y para los amantes de todos los géneros del arte la cultura y el conocimiento, tiene la magia de hacernos prometer pronto regreso a tierras sanjacinteras.

espaciocaribe.blogspot.com

viernes, 4 de enero de 2013

Carnaval de Riosucio: fiesta a un Diablo alegre y gozón



A Norman Alarcón, diablito luchador

Una de las características culturales de Latinoamérica es el sincretismo religioso, el cual se inició con la llegada de los españoles, quienes traían su Dios propio y se encontraron con dioses distintos del suyo y con unos aborígenes cuya religiosidad no tenía nada que ver con los ritos, íconos, símbolos y creencias del cristianismo. Pero, además de Dios, los españoles también trajeron al diablo.

Antes que el diablo de los colonizadores llegara a América ya tenía una larga y amplia presencia en la cultura europea, de donde provenía. El diablo europeo fue transformado por la cultura indígena de tal manera que resulta irreconocible. Indígenas y afroamericanos no encontraron obstáculos para adaptar el simbolismo cristiano a sus propias maneras de ver e interpretar su mundo. Es probable que no comprendieran del todo los nuevos símbolos, pero los adaptaron a sus necesidades.

El diablo, como personaje festivo, tiene presencia en casi todo el territorio colombiano; casi siempre aparece danzando y cantando. Lo han visto en ceremonias de la Semana Santa, en la fiesta del Corpus Cristi y en todo carnaval o fiesta popular que se realiza por estos lares. Entre las más reconocidas presencias de Lucifer en la cultura colombiana se destaca el Carnaval de Riosucio (Caldas) una verdadera muestra de tradición en donde la realidad se burla y se altera a través de la magia de la danza, el disfraz, la palabra, la poesía y la música.

Los orígenes de esta fiesta declarada Bien de Interés Cultural de la Nación, se remontan a la época de la Colonia, fruto de la enemistad entre dos pueblos: Quiebralomo Real de Minas, población mulata, uno de los reales de minas más ricos de América en el siglo XVI administrado por los españoles al servicio del rey de España, y La Montaña, pueblo indígena, los cuales luego de un siglo de confrontación y gracias a la intervención de dos sacerdotes católicos, quienes amenazaron a los habitantes de los dos pueblos con la condena eterna de seguir en guerra, acabaron compartiendo territorio, dando así el origen a la actual población de Riosucio.

Para sellar el pacto de paz entre los dos pueblos, estos se juntaron en las festividades de Reyes Magos en 1847, mutando hacia la fiesta del diablo, uno mestizo que se nutrió de las danzas ancestrales africanas, de los ceremoniales indígenas al sol y la tierra, de la tradición de los europeos que venían en busca de la libertad y que vieron en América, su paraíso.

El Diablo de Riosucio recoge elementos del diablo judeocristiano, pero conceptualmente no está ligado a la significación del Mal, pues él es el guardián de la fiesta. El Carnaval de Riosucio se inicia en julio con el Decreto de instalación de la República del Carnaval y culmina en enero, con el Testamento, despedida del jolgorio que se hace con el Entierro del Calabazo y la Quema del Diablo, con lo cual se da fin al embrujo del “guarapo” o chicha fuerte de caña y se acepta el final del reinado del Diablo… hasta el próximo Carnaval.

El Carnaval está regido por un gobierno soberano, compuesto por presidente, alcalde y funcionarios, autoridades que deben ser obedecidas por propios y extraños. Es el encargado de emitir leyes con disposiciones que decretan paz, fraternidad y alegría. Además del Gobierno soberano, la República del Carnaval tiene en el matachín, el decretero, el voceador, el abanderado, los cuadrilleros y los dirigentes de la cuadrilla juvenil e infantil, sus personajes principales, al ser ellos los hacedores de la fiesta.

El Carnaval de Riosucio tiene lugar cada dos años alrededor del seis de enero y se estructura como un extenso poema dramático escrito colectivamente por los “matachines” o carnavaleros de más honda mística y capacidad literaria. El eje de la fiesta es el Diablo, pero no se trata de un Diablo religioso, ni tampoco es una fiesta anticristiana. El Carnaval no toca la religiosidad de los hombres, pues este diablo es el espíritu bueno de una tradición centenaria y custodio simbólico de la fiesta. Se le erige como figura central para luego quemarlo, en actos ceremonialmente juguetones, resultado de dos años de preparación en busca de mantener viva la tradición de un pueblo que vive y vibra al ritmo endiablado de su Carnaval.

E-mail: jairosotohernandez@hotmail.com