lunes, 26 de diciembre de 2011

Carlos M. Palacio: Maestro


“El hombre que hace que las cosas difíciles parezcan fáciles es el maestro”.
Emerson
El 30 de diciembre se conmemoraron 35 años del fallecimiento del educador Carlos M. Palacio, quien por muchísimos años dirigiera los destinos académicos y administrativos de una de las instituciones más prestantes de la ciudad y el departamento, el desaparecido Colegio de Bachillerato de la Universidad Libre.

Carlos M. Palacio era ante todo un humanista, es decir un especialista en el hombre, para quien el aula de clases era un aula de humanidad. Él enarbolaba en cada acto pedagógico su rol de sujeto dialogante, incapaz de imponer sus creencias, pensamiento e inclusive los contenidos de la cátedra, sino que buscaba junto a sus estudiantes los temas de interés que nos conducían a un aprendizaje mutuo, fomentando siempre una educación crítica frente a la realidad, convencido que el verdadero rol de un educador consiste en proponer problemas y motivar a sus estudiantes a alcanzar una visión crítica de las posibles soluciones.


Dirigió con lujo de competencia, logrando el reconocimiento de propios y extraños, al ya desaparecido Colegio de Bachillerato de la Universidad Libre, el cual funcionó durante muchísimos años en una hermosa edificación republicana, ubicada en la antigua calle Medellín entre los callejones de 20 de julio y Cuartel. Pero, un hombre de sus cualidades no se conformaba con la regencia administrativa y académica de la institución, sino que en búsqueda de un contacto directo con sus estudiantes creó una cátedra que llamaba Investigación, cuyo objetivo era poner en contacto a los estudiantes con los pensadores que lideraban los procesos científicos en el mundo. De esa manera los nombres y las ideas de Ivan Pavlov, Albert Einstein, Sigmund Freud, Carlos Darwin o de Carlos Marx, eran familiares entre el estudiantado unilibrista.


Carlos M. Palacio, considerado pionero en los estudios de la Psicología reflexiva en el Caribe, era Bachiller del Liceo Celedón de la ciudad de Santa Marta, institución en la cual ejerció como vicerrector, obtuvo el título de Licenciado en la Normal Superior de Tunja. Dedico toda su vida a la educación, dejando para la posteridad el legado de enseñarnos a pensar, a cuestionarnos, a ser críticos, a razonar y no memorizar, nos enseñó a aprender, y lo hacía de una manera agradable, accesible, entusiasta y cariñosa.


En el Colegio de Bachillerato de la Universidad Libre lo acompañaba una nómina de lujo, un cuerpo docente de las más altas calidades humanas y profesionales, con los cuales armó una especie de “dream team” académico, educadores en todo la extensión de la palabra, como el maestro Luis Eduardo Peña Consuegra, Rafael Osorio, Sixto Granados, Eduardo Lasprilla, Manuel Vargas, Belisario Sotillo, Ligia Marthe, Jorge Viana, Carlos Silvera, el guajiro Fragoso, Sigifredo Wilches, el médico Cubastatis,
el profesor Hernando Beltrán Ariza, el flaco Castillo, el profe De la Hoz, El profe Maestre, en fin, un equipo de docentes entregados a la vocación de educar.

Por años hemos acariciado la idea de organizar un homenaje al maestro, como reconocimiento a ese gran pedagogo, respetuoso del diálogo, pues para él, en la discusión de los diferentes puntos de vista, en la confrontación de las perspectivas y en la comprensión de las situaciones reales, era la manera como el estudiante podía comprender el mundo y a sí mismo; al tiempo que le permitía formarse como hombre, en la auto responsabilidad y en la autonomía.