viernes, 25 de enero de 2008

Una mirada al Carnaval de Barranquilla desde lo educativo


A partir de la Constitución de 1991 importantes cambios se propiciaron en los diferentes campos de la vida nacional, el sistema educativo con el cual se forma, instruye y educa a la sociedad, no fue la excepción. Los modelos pedagógicos de mayor acogida por parte de los educadores colombianos, entraron en crisis con la puesta en marcha de nuevas maneras para introducir al docente y a los estudiantes en el ámbito del conocimiento.

La educación hoy requiere que el quehacer pedagógico, dentro y fuera del sistema escolar, esté al servicio de los intereses fundamentales del hombre y la mujer, ella debe permitir a los individuos adaptarse al mundo en que viven, al tiempo que les entrega las herramientas que les permitan apropiarse de las competencias necesarias para poder participar y aportar en la transformación de su entorno.

Sin embargo, muy a pesar de los mandatos constitucionales, de la Ley General de Educación (Ley 115 de 1994), de la Ley de Cultura (Ley 397 de 1997), el Plan Decenal de Educación, el Plan Nacional de Cultura, de la Ley que declara al Carnaval de Barranquilla como patrimonio cultural de la nación (Ley 706 de 2001) y de la reciente declaratoria por parte de la UNESCO como obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad, nuestra máxima fiesta no forma parte del proceso educativo de colegios y universidades de la ciudad y el departamento.

Darle al Carnaval de Barranquilla una mirada desde lo educativo, poco se ha hecho, es decir, ver al carnaval como un objeto de investigación desde la escuela y para la escuela, e involucrar sus contenidos al currículo pareciera una práctica extraña y descabellada, quizá porque nos acostumbramos ha ver al carnaval sólo como diversión, desorden, ron, maicena, recocha, música y verbena, y que no valía la pena ir más allá; soslayando presencias culturales ancestrales o porque el concepto de educación que se tiene no supera el ámbito rígido de las cuatro paredes del aula de clase.

En la mayor parte de los colegios de la ciudad y el departamento, el carnaval sólo hace presencia a través de un acto cultural durante el mes de febrero, en donde los estudiantes preparan unas breves palabras acerca del Carnaval, presentan bailes, carteleras alusivas a las fiestas, grupos de música folclórica, letanías y disfraces. En otros, el proceso está más avanzado y se realiza el llamado “Carnaval escolar” consistente en la representación de los eventos significativos del Carnaval en el colegio: lectura del bando, batalla de flores o gran parada, presentación de las candidatas por curso y coronación de la realeza colegial, por parte de la Reina del Barrio o la Reina del carnaval de los niños, presentación de letanías, concursos de disfraces; lo anterior acompañado de tareas acerca de los temas de carnaval. La mayor presencia de la escuela en el carnaval se nota en los grandes desfiles, especialmente en danzas, bajo la forma de comparsas hawaianas o brasileñas, con poca presencia en las danzas tradicionales regionales.

También existe un pequeño grupo, muy aislado por cierto, de docentes y planteles educativos de la ciudad y el departamento, quienes motu proprio, ante la inexistencia de políticas públicas claras en esta materia, decidieron romper con la tradición educativa e iniciaron el interesante proceso de involucrar al carnaval como parte importante de su quehacer pedagógico cotidiano, durante todo el año escolar, llevándose el iniciatico compromiso de identidad, ante aquellos docentes incrédulos que piensan que no es posible la relación carnaval y educación.

Quizá la mayor experiencia pedagógica en la búsqueda de encontrar la relación carnaval y educación la constituye el Carnaval de los Niños, “espacio de enriquecimiento en el que niños, niñas y jóvenes, gozan la fiesta con autonomía y libertad, mientras se convierten en guardianes de la tradición folclórica y cultural”
[1], coordinado por el educador y comunicador social Julio Adán Hernández Montealegre desde el proceso de formación integral Voz Infantil – Hola Juventud.

En el Carnaval se mantienen danzas de gran tradición familiar, importantes manifestaciones musicales del Caribe, cientos de disfraces y grupos de letanías de las cuales los estudiantes y padres de familia forman parte. ¿ Por qué, entonces, no aprovechar este potencial?, sí existen estas fortalezas creativas ¿por qué la escuela le sigue dando la espalda al carnaval como objeto de investigación y conocimiento?.

Si nos decidimos a asumir al Carnaval de Barranquilla como referente formativo, sea como proyecto pedagógico, como un elemento transversal del currículo, una cátedra o un objetivo en el Proyecto Educativo Institucional, tendríamos la posibilidad de utilizar una serie de recursos intrínsecos a él, y que hasta ahora han sido despreciados en los procesos escolares y de integración de la comunidad educativa, logrando, que la educación cumpla con el rol asignado en el Plan Decenal de servir de soporte para la protección del patrimonio cultural, para lo cual El Estado desde las Secretarias departamental y Distrital de Educación y el Instituto de Cultura y Turismo de Barranquilla, deben iniciar el proceso de sensibilización y capacitación a maestros, así como la puesta en marcha desde la institucionalidad de un programa que relacione carnaval y educación.







[1] Dossier presentado para sustentar la Candidatura del Carnaval de Barranquilla ante la UNESCO, como obra maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la humanidad, Barranquilla, 2002