Con cariño al amigo Elíseo Cortina Grau
Dos
razones me motivaron a tomar prestado este título, que corresponde al de un
exitoso proyecto de investigación liderado por el docente y amigo Eliseo
Cortina Grau en la institución educativa Helena de Chauvin del popular barrio
las Nieves de la ciudad de Barranquilla, la primera brindarle un reconocimiento
a través de “Cheo” como cariñosamente
le decimos al profesor Cortina, a ese
grupo de maestros que lideran motu proprio procesos de investigación en la
escuela con los cuales buscan la recuperación de la memoria colectiva de los
habitantes del núcleo urbano básico, es decir el barrio; y la segunda resaltar los
efectos positivos que tiene la indagación en los mismos ciudadanos sobre su
pasado en función de que ellos configuren un discurso sobre su identidad, a
partir de la consideración que la ciudad es memoria, y en ella se va acumulando
la prodigiosa experiencia humana de todas las gentes que en ella han habitado.
En
los últimos tiempos la ciudad asiste a un proyecto muy interesante en esta
misma dirección se trata de Barrios
Creativos, un Programa que viene desarrollando la Alcaldía Distrital de
Barranquilla a través de su Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo con el
apoyo del Parque cultural del Caribe. Ya en el pasado El Archivo Histórico del
Atlántico había ensayado una experiencia similar, y más recientemente en la
Alcaldía de la Localidad Suroriente, se implementó el proyecto Historia de barrios… historias de vida,
en el cual se capacitó a un grupo importante de docentes y estudiantes quienes
realizaron trabajos de historia local, logrando de manera parcial el propósito
fundamental de recuperación de la memoria colectiva barrial.
La
conciencia histórica no se construye solamente enseñando el pasado estructural,
fundacional y heroico de la formación de las naciones. Se requiere un contacto
más concreto con el pasado de lo más próximo a la comunidad, a partir de la
identificación de los hitos culturales y económicos que expliquen la situación
del presente y generen tanto orgullo, como reconocimiento de las limitaciones
de la propia comunidad. Al respecto el Historiador barranquillero Jaime Álvarez
Llanos afirma que: “Esto se hace más
expedito cuando se involucra a los actores comunitarios a un proceso de rescate
de la memoria y se pasa por la restauración de las huellas del pasado que
puedan constituirse en fuentes de información histórica. Tal restauración
inspira la adquisición de la conciencia documental, es decir la disposición no sólo
a rescatar las huellas sino a acostumbrarse a conservar y respetar las que se
rescaten y las que se van creando con el transcurrir del presente”
Esta
tarea no resulta nada fácil, especialmente cuando las personas en los barrios
manifiestan poco respeto y valoración por documentos del pasado, los cuales son
asumidos muchas veces como “papeles
viejos” basura, estorbos sin valor y casos se han visto en que esos
tesoros, que hubieran podido ser básicos para la investigación histórica, como
soporte de una conciencia ciudadana, de una identidad local, fueron arrojados a
los basureros públicos, vendidos por arrobas a pulperos y recicladores de
ocasión, o lamentablemente incinerados.
Si
bien iniciativas como las citadas anteriormente resultan muy importantes para
la restauración de la memoria colectiva, se requieren proyectos de
investigación más sistemáticos liderados por las autoridades Distritales en
asocio con el programa de Historia de la Universidad del Atlántico y las
instituciones educativas del Distrito, para emprender los proyectos de
investigación histórica escolar con los estudiantes como investigadores de los
barrios donde viven su cotidianidad, para poder así sacar del anonimato a
muchos de nuestros verdaderos prohombres, esos que a pulso lograron a través
de la organización y lucha la materialización de sueños colectivos barriales
como la construcción de una escuela, un puesto de salud e incluso la invasión,
loteo y posterior consolidación de amplias zonas de la ciudad. Esas historias
de los marginados, de los que no tiene voz, de los ausentes de las páginas
sociales de los periódicos de la ciudad, de los invisibilizados en el
otorgamiento de medallas y condecoraciones a los personajes del año, vale la
pena desenterrar, para desde sus historias de vida edificar identidad..
Sin
lugar a dudas, el barrio es el escenario de la formación del ciudadano, éste comparte
con la escuela y la familia las fuentes de configuración de su personalidad,
sus valores y sus imaginarios. De forma tal que para que los jóvenes pobladores
sean protagonistas de la definición de su propio destino, se requiere generar
escenarios de integración entre la escuela y el barrio. Las historias de barrio
a través de proyectos de investigación dirigidos por docentes, ejecutados por
los estudiantes bajo las orientaciones de los historiadores del programa de
historia de la Universidad del Atlántico e implementando metodologías como la
historia oral y alternativas temáticas como las historias de vida, no sólo pondrán
en contacto al docente con la comunidad aledaña a la escuela, sino que, además,
propiciarán un espacio de desarrollo intelectual y académico que contribuirá al
crecimiento profesional del docente y personal del estudiante, sin olvidar el
aporte que este tipo de experiencias puede significar en materia de fortalecimiento
del patrimonio cultural, científico, intelectual y académico de las localidades,
la ciudad y la región.
jairosotohernandez@hotmail.com
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