“El hombre que hace que las cosas difíciles parezcan fáciles es el maestro”.
Emerson
El 30 de diciembre se conmemoraron 35 años del fallecimiento del educador Carlos M. Palacio, quien por muchísimos años dirigiera los destinos académicos y administrativos de una de las instituciones más prestantes de la ciudad y el departamento, el desaparecido Colegio de Bachillerato de la Universidad Libre.
Carlos M. Palacio era ante todo un humanista, es decir un especialista en el hombre, para quien el aula de clases era un aula de humanidad. Él enarbolaba en cada acto pedagógico su rol de sujeto dialogante, incapaz de imponer sus creencias, pensamiento e inclusive los contenidos de la cátedra, sino que buscaba junto a sus estudiantes los temas de interés que nos conducían a un aprendizaje mutuo, fomentando siempre una educación crítica frente a la realidad, convencido que el verdadero rol de un educador consiste en proponer problemas y motivar a sus estudiantes a alcanzar una visión crítica de las posibles soluciones.
Dirigió con lujo de competencia, logrando el reconocimiento de propios y extraños, al ya desaparecido Colegio de Bachillerato de la Universidad Libre, el cual funcionó durante muchísimos años en una hermosa edificación republicana, ubicada en la antigua calle Medellín entre los callejones de 20 de julio y Cuartel. Pero, un hombre de sus cualidades no se conformaba con la regencia administrativa y académica de la institución, sino que en búsqueda de un contacto directo con sus estudiantes creó una cátedra que llamaba Investigación, cuyo objetivo era poner en contacto a los estudiantes con los pensadores que lideraban los procesos científicos en el mundo. De esa manera los nombres y las ideas de Ivan Pavlov, Albert Einstein, Sigmund Freud, Carlos Darwin o de Carlos Marx, eran familiares entre el estudiantado unilibrista.
Carlos M. Palacio, considerado pionero en los estudios de la Psicología reflexiva en el Caribe, era Bachiller del Liceo Celedón de la ciudad de Santa Marta, institución en la cual ejerció como vicerrector, obtuvo el título de Licenciado en la Normal Superior de Tunja. Dedico toda su vida a la educación, dejando para la posteridad el legado de enseñarnos a pensar, a cuestionarnos, a ser críticos, a razonar y no memorizar, nos enseñó a aprender, y lo hacía de una manera agradable, accesible, entusiasta y cariñosa.
En el Colegio de Bachillerato de la Universidad Libre lo acompañaba una nómina de lujo, un cuerpo docente de las más altas calidades humanas y profesionales, con los cuales armó una especie de “dream team” académico, educadores en todo la extensión de la palabra, como el maestro Luis Eduardo Peña Consuegra, Rafael Osorio, Sixto Granados, Eduardo Lasprilla, Manuel Vargas, Belisario Sotillo, Ligia Marthe, Jorge Viana, Carlos Silvera, el guajiro Fragoso, Sigifredo Wilches, el médico Cubastatis, el profesor Hernando Beltrán Ariza, el flaco Castillo, el profe De la Hoz, El profe Maestre, en fin, un equipo de docentes entregados a la vocación de educar.
Por años hemos acariciado la idea de organizar un homenaje al maestro, como reconocimiento a ese gran pedagogo, respetuoso del diálogo, pues para él, en la discusión de los diferentes puntos de vista, en la confrontación de las perspectivas y en la comprensión de las situaciones reales, era la manera como el estudiante podía comprender el mundo y a sí mismo; al tiempo que le permitía formarse como hombre, en la auto responsabilidad y en la autonomía.
Carlos M. Palacio era ante todo un humanista, es decir un especialista en el hombre, para quien el aula de clases era un aula de humanidad. Él enarbolaba en cada acto pedagógico su rol de sujeto dialogante, incapaz de imponer sus creencias, pensamiento e inclusive los contenidos de la cátedra, sino que buscaba junto a sus estudiantes los temas de interés que nos conducían a un aprendizaje mutuo, fomentando siempre una educación crítica frente a la realidad, convencido que el verdadero rol de un educador consiste en proponer problemas y motivar a sus estudiantes a alcanzar una visión crítica de las posibles soluciones.
Dirigió con lujo de competencia, logrando el reconocimiento de propios y extraños, al ya desaparecido Colegio de Bachillerato de la Universidad Libre, el cual funcionó durante muchísimos años en una hermosa edificación republicana, ubicada en la antigua calle Medellín entre los callejones de 20 de julio y Cuartel. Pero, un hombre de sus cualidades no se conformaba con la regencia administrativa y académica de la institución, sino que en búsqueda de un contacto directo con sus estudiantes creó una cátedra que llamaba Investigación, cuyo objetivo era poner en contacto a los estudiantes con los pensadores que lideraban los procesos científicos en el mundo. De esa manera los nombres y las ideas de Ivan Pavlov, Albert Einstein, Sigmund Freud, Carlos Darwin o de Carlos Marx, eran familiares entre el estudiantado unilibrista.
Carlos M. Palacio, considerado pionero en los estudios de la Psicología reflexiva en el Caribe, era Bachiller del Liceo Celedón de la ciudad de Santa Marta, institución en la cual ejerció como vicerrector, obtuvo el título de Licenciado en la Normal Superior de Tunja. Dedico toda su vida a la educación, dejando para la posteridad el legado de enseñarnos a pensar, a cuestionarnos, a ser críticos, a razonar y no memorizar, nos enseñó a aprender, y lo hacía de una manera agradable, accesible, entusiasta y cariñosa.
En el Colegio de Bachillerato de la Universidad Libre lo acompañaba una nómina de lujo, un cuerpo docente de las más altas calidades humanas y profesionales, con los cuales armó una especie de “dream team” académico, educadores en todo la extensión de la palabra, como el maestro Luis Eduardo Peña Consuegra, Rafael Osorio, Sixto Granados, Eduardo Lasprilla, Manuel Vargas, Belisario Sotillo, Ligia Marthe, Jorge Viana, Carlos Silvera, el guajiro Fragoso, Sigifredo Wilches, el médico Cubastatis, el profesor Hernando Beltrán Ariza, el flaco Castillo, el profe De la Hoz, El profe Maestre, en fin, un equipo de docentes entregados a la vocación de educar.
Por años hemos acariciado la idea de organizar un homenaje al maestro, como reconocimiento a ese gran pedagogo, respetuoso del diálogo, pues para él, en la discusión de los diferentes puntos de vista, en la confrontación de las perspectivas y en la comprensión de las situaciones reales, era la manera como el estudiante podía comprender el mundo y a sí mismo; al tiempo que le permitía formarse como hombre, en la auto responsabilidad y en la autonomía.
10 comentarios:
Excelente Biografía del que fuera uno de los grandes de esa hermosa Institución, me siento orgullosa de haber pertenecido a tan prestigioso Plantel. Felicitaciones compañero por tan valioso aporte a la comunidad Unilibrista.
Magnifica biografía de quien en vida fuera un libre pensador, quien con sus enseñanzas nos transmitió de manera diferente la forma de resolver problemas de la vida diaria, a construir conocimientos a clarificar y fijar conceptos par que en los momentos en que nos tocase hacer disertaciones fuésemos claros, sin divagaciones. Orgulloso por tanto me siento, lo mismo estoy seguro, que quienes también fueron sus pupilos lo están.
PAZ EN SU TUMBA
Jorge viana rodríguez.
JAIRO:
HAZ LOGRADO RESUMIR EL SENTIMIENTO DE UN UNILIBRISTA
RECOGIDO DE PERSONAJES QUE REGALARON FORMAS DE PENSAR CRITICA Y RESPETUOSA
ME UNO A ESE SENTIMIENTO DE GRATITUD PARA TODOS LOS MAESTROS AGREGARIA A LOS PROFESORES DE PRIMARIA QUE INICIARON LA SIEMBRA
Excelente biografía de una persona q nos brindó todo su conocimiento como profesor y rector dela unilibre q tiempos aquellos
Nuestro MAESTRO..Libre pensador por esencia, conductor de un pensamiento crítico racional, que dejó como legado a los afortunados de recibir sus enseñanzas.Educador de tiempo completo de entrega...
Una Universidad pequeña de partidos y enteros..
Claro que de partidos, mi partido, mi único partido y desde siempre el colegio fue una Ágora abierta y en realidad lo fue, porque no era un "partido" sino un "entero": la universalidad del conocimiento y del pensamiento crítico que conlleva el nombre mismo del Colegio "Universidad libre sección bachillerato". Razón abierta y verdad comprometida con la sociedad desde ese entonces, un valor inalienable inspirado en Benjamín Herrera y con el aporte propio de la Universidad Libre, que es un aporte para beneficio de todas y todos. Universidad, universal, universalidad. Que bien aprendimos y que hoy comunicamos. Así es, y como debe ser nuestro colegio si hubiera permanecido en el tiempo y el espacio. Como dicen nuestros abuelos «lo Bueno dura poco». Gracias Carlos M Palacios por brindarnos esa oportunidad. Paz en tu tumba y siempre en nuestros corazones. Muchas de esta reflexión la compartí con un filósofo mexicano en mi pasantia investigativa internacional. Un fraternal abrazo unilibrista.
Me gradué en 1982, me gustaría relacionarme con compañeros de esa promoción, vivo en Bucaramanga y me conocían como el cachaco.
Muy orgulloso de haber estudiado en la Libre, seccional bachillerato, donde se vivió la verdadera democracia, eramos libres pensadores , respetuosos del concepto y creencias del resto de compañeros y compañeras, bajo la dirección de quien en su práctica diaria era casi un santo .
Fuimos testigos vivos de una pléyade de profesores, en su mayoría terminaron dictando clases a universitarios encaminados a x o y profesiones.
Aún duele su desaparición.
Encontrarse con un o una ex unilibrista es motivo de mucha alegría.
Como olvidar tan prestigiosa universidad y la entrega de tan prestigiosos rectorque transmitían respeto y muchos valores.magnifica biografía bien merecida,paz en su tumba.
Orgullosa de pertenecer a tan prestigioso colegio como lo era Carlos M. Palacios de la U. Libre.
Bellos recuerdos.
Gracias por tan lindo homenaje.
Promoción de 1984
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